
Haití, un país dominado por las pandillas desde el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en 2021, convive a diario con la violencia y tiene que lidiar con una inestabilidad permanente. Lo sucedido el pasado fin de semana en una barriada de Puerto Príncipe, sin embargo, supera todos los umbrales de horror al que el colapso de las instituciones y la miseria condenan a sus habitantes. La venganza de un cabecilla criminal que opera en la periferia de la capital desembocó en la matanza de al menos 184 personas, según confirmó el lunes Volker Türk, alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.