Tres motivos diabólicamente entrelazados hacen del cáncer de páncreas el más letal de todos, con tasas de mortalidad superiores al 95% en los más peligrosos: no da señales hasta que suele ser demasiado tarde (la media de supervivencia tras el diagnóstico es de cinco meses), es tremendamente agresivo y los fármacos, o no funcionan de entrada o generan resistencias que los convierten en inútiles. Algunas soluciones a estas barreras pueden llegar de la mano de dos científicos de dos generaciones distintas que investigan en España aspectos muy distintos de estos tumores.
