
El cuerpo, sin vida, estaba tirado en la calle. Era de un hombre de 53 años y sus lesiones coincidían con las de una caída desde gran altura. Todo apuntaba a un suicidio. Y, sin embargo, había algo en su posición que no terminaba de cuadrarles a los agentes de la Policía Nacional que acudieron a la llamada de los vecinos que lo habían encontrado en el lugar. El cadáver estaba a unos tres metros y medio del edificio más cercano y su posición era oblicua respecto al inmueble. “Parecía que había sido propulsado por algo”, explican desde el grupo de Homicidios de la Comisaría de Marbella, ciudad donde ocurrieron los hechos. Aquella duda sobre la posibilidad de una muerte violenta prendió una investigación que culminó varios meses después con la detención de dos personas, acusadas de homicidio.