
El 2 de febrero de 2013, el entonces presidente francés François Hollande era recibido como un libertador en las ciudades malienses de Bamako y Tombuctú, después de que una rápida intervención militar liderada por París lograra desalojar a los yihadistas de las principales ciudades del norte del país. Once años después, los antes héroes ahora son expulsados de África por una ola de soberanismo que, sumada a la irrupción de nuevos actores como Rusia, Turquía o China, pretende desterrar la enorme influencia y el intervencionismo galo del continente: de 10.000 militares presentes en África hace tan solo cinco años, apenas quedan unos 4.000, y se prevé que se reduzcan a menos de 2.000 en los próximos meses tras los recientes anuncios de Chad y Senegal.