
Juan Lobato aparece por la Asamblea sin camisa, mezclando un jersey y una americana, listo para la jornada plácida que le corresponde a un diputado raso. Pero no. Este jueves Isabel Díaz Ayuso llega al Parlamento regional con un doble objetivo: explotar la crisis de liderazgo abierta por su dimisión en el PSOE de Madrid, y confrontar con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, por haber decidido conmemorar el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco con un centenar de actos en 2025 (”le ha declarado la guerra a una parte de los españoles; sin Franco, Pedro Sánchez no es nada ni nadie”, dice). Así que Lobato tiene que poner cara de póker cuando escucha cómo Díaz Ayuso le menta, y advierte a su sustituto como portavoz, Jesús Celada, de lo efímero que puede ser su paso por un puesto en el que ya se han sucedido seis políticos en el último decenio. “Le pido a su partido que por lo menos le deje estar unos meses”, lanza la presidenta, sabedora de que el nuevo secretario general regional de los socialistas, Óscar López, debe elegir ahora al portavoz que sea su voz en el Parlamento, donde él no tiene escaño.