
“Se nos ha ido el jefe, se nos ha ido el jefe”, repetía ayer Nahman, el querido hermano de Isak, con tremenda tristeza, ante la incrédula noticia de su repentina pérdida: “Él se ocupaba de todos, ¿y quién lo hará ahora?”. Ayer fue un día muy duro. Hay pérdidas que son como puñetazos en el estómago, que te dejan sin respirar y, por un momento, parece que te falte el aire para llenar los pulmones.